Que el Señor seque tus lágrimas, que derrame
el rocío de su Espíritu en tu corazón,
te proteja a la sombra de sus alas y te de su paz,
te libere de todo mal y te tome de su mano
para acompañarte en tu camino,
abra tus ojos para que lo reconozcas en quien está sufriendo, ensanche tu corazón para que puedas albergar el dolor ajeno,
te conceda el don de la oración continua para que vivas
en su presencia y en su gracia.
Que el Señor seque tus lágrimas cuando la pena se apodere de ti
y te consuele con su infinita Misericordia,
calme tu ansiedad e incertidumbre cuando aparentemente
no encuentres ninguna solución,
te de confianza, fortaleza y firmeza para la decisión que debas tomar,
Que el Señor esté siempre a tu lado, te sonría, te dé su amor,
te sostenga, te fortalezca, recompense tus actos de caridad y generosidad y la mano que puedas tender, y te susurre al oído de que “todo es posible”.
Nunca estará solo quien tiene a Dios en su corazón.