Eleva tus ojos al cielo y, en muda contemplación, fija tu dulce mirada en cada estrella fulgurante… Deja que vuele tu mente y que tu alma se aposente en los linderos de las nubes.
Quizás escuches el cantar de los pajaritos… quizás escuches las olas del mar. Y, quizás, tu melancolía, tu tristeza y tu dolor se pierdan en el olvido… y te sientas como el ave que retorna a su nido. ¡La maravilla del amor!… la maravilla de saber que existe Dios, quien mitiga tus dolores, quien te guía hacia nuevos albores.
… ¡Llénate de vida! Siente los colores que en mágicos fulgores se deslizan por tu piel… Tú, mujer fiel, segura, fuerte, apasionada. Mujer, que de tu vientre alimentas a la vida… por eso eres tan querida, respetada y valorada.
¡Anímate, mujer! Que no te abata la tristeza, que no te envuelva la melancolía. Que naciste perfecta, hecha una reina. Levanta la mirada y enséñale al mundo tu fuerza y entereza, y que la seguridad te envuelva y renazca en ti la cordura, el afán y el amor.
Eres el ser más perfecto. Abre tus alas y vuela… nada te puede detener. Seca esas lágrimas y llénate de valor.
No te olvides: eres una maravillosa mujer.
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