sábado, 15 de febrero de 2014

CARTA A UN ENEMIGO


Por mucho tiempo me tenías engañado. Vendabas mis ojos para que yo no pudiera ver. Tú sólo producías temor, tristeza y desaliento y nada en la vida funcionaba bien. Muchas veces hasta yo te justificaba compadeciéndome y siendo víctima de mis propias decisiones.

Los años pasaban y nada bueno lograba, sólo una vida de derrota una tras otra. Pero había algo con lo que tú no contabas, que aunque yo estaba sumido en ese pozo desolado había alguien que me amaba.
El velaba mis pasos y claro que siempre respetaba las decisiones que tomaba. 

Pero un día me cansé de tus engaños, me cansé de vivir una vida de fracasada. Le pedí al Dios todo poderoso que me escuchara, que viniera en mi auxilio y me sacara de esa jaula. No tardó la respuesta porque llegó justo a tiempo y me libró de ti, él me quitó la venda de mis ojos y ahora puedo ver la luz que me hace vivir.

El me devolvió los años que tú me robaste, el me dio la paz que tú me quitaste. El me hizo mirar y descubrir que no soy cualquier cosa que soy creado a su imagen y semejanza.
El sacrificó a su hijo en una cruz para que yo fuera salvo y no tan sólo eso, que todas esas enfermedades que tú me pusiste, ya mi Jesús las sanó con cada gota de sangre.

Ya no soy ni tu amigo para tutearte, tampoco soy tu esclavo para servirte... ahora soy un guerrero de Dios que he venido a denunciarte a decirte que suerte tu vida y que ya pronto te toca tu agonía, porque Jesús vendrá del cielo y te cobrará todas tus fechorías.


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