En el ser humano, a diferencia del amor de los animales, y bajo una concepción actual fundamentalmente occidental y seglar, el amor se considera un sentimiento real.
En los casos más comunes es el resultado de una emoción basada en la atracción y la admiración de un sujeto hacia otro, que puede ser o no ser correspondido.
En algunos casos, el amor puede ser interpretado como fruto de un duro trabajo, esfuerzo y pericia por construir y desarrollar un objetivo, sintiéndose plenitud y felicidad al verse conseguido lo que se ha anhelado y trabajado durante mucho tiempo.
Este tipo de amor es el que puede sentir un padre hacia un hijo cuando lo ve ya crecido y capaz de afrontar la vida con plena madurez, imitando al padre en aquellas cosas que le ha transmitido por sabiduría práctica.
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