Padre que estás en los cielos, Tengo en mi seno ahora un pequeñito, débil y vulnerable, que ya está transformando todo mi cuerpo y todo mi corazón.
¡Gracias por habérmelo confiado! ¡Gracias por permitirme acogerlo como María acogió a Jesús el día de la Anunciación!
¡Gracias por poder acogerlo como mi madre me acogió cuando sintió mi presencia en lo más íntimo de su ser.
Padre que nos amas, estoy maravillada ante esta vida tan secreta y palpitante, tan frágil y llena de promesas.
¡Gracias por haberme dado los ojos del corazón, que me permiten ya ver a este niño en un momento en que todavía no es visible.
Padre lleno de ternura, ayúdame a hacer cada día lo que puedo hacer para que este niño sea feliz.
Te pido, Padre de toda gracia, poder transmitir a este niño, toda la fe, la esperanza y el amor que llevo en mi corazón.
Por fin, te ruego, Padre, que nos guardes bajo tu amparo, a mi hijo que primero es tuyo, y a mí, ahora y siempre.
Amén
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