Somos mujeres, somos valiosas. Somos hijas de la más sublime de las naturalezas que puede existir. En nuestro corazón habitan dulces sentimientos, palpita la nobleza y hay un inmenso faro que le regala luminosidad a este mundo que a veces se queda en la penumbra.
Las mujeres somos inmensamente importantes, pero a veces no lo reconocemos y tristemente no nos damos ni por enteradas.
Todo ello porque sencillamente no nos hemos regalado un minuto de nuestro tiempo para saber quién es la mujer que habita en nuestro cuerpo: creemos ser de una forma, pero luego descubrimos que los demás nos ven de otra manera; ya no nos gustan las mismas cosas de antes, queremos explorar nuevos caminos, soñar con otros horizontes…
¡Somos mujeres nuevas! Pero desconocidas para nosotras mismas… ¿Qué nos pasó? ¿Por qué nos perdimos a nosotras mismas? “¿Quién soy yo?” Somos unas extrañas para nuestro propio sentir, hemos olvidado lo que es responder con seguridad ante una pregunta tan sencilla como “¿qué te gusta hacer?” Nos sentimos raras y al mirarnos al espejo no sabemos de quién es ese reflejo que se filtra ante nuestra mirada.
Es entonces cuando llega el momento de las preguntas: ¿cómo es que nos permitimos vivir en ignorancia sobre nosotras mismas? ¿Cómo podemos amar a quien no conocemos? ¿Cómo vamos a amarnos si no sabemos quiénes somos? La autoestima no sale de la nada.
No podemos agarrar una barita mágica, agitarla un poco y crear autoestima. Porque esta última parte de un proceso de conocimiento y aceptación para con nosotras mismas. Pero esta aceptación no es conformista, es una aceptación en la que le damos lugar a nuestra alma en todos sus niveles agradables y no tan agradables, sin olvidar que a pesar de nuestros fallos podemos ser mejores que ayer.
Una persona drogadicta no puede sanarse sino reconoce que es drogadicta. Asimismo, nosotras no podemos amarnos si no nos reconocemos y aceptamos: “yo me amo porque sé a quién amar, porque me enamorado de mis defectos y virtudes, y por qué sé, que por amor a mí misma puedo ser cada día más bella de lo que ahora soy”. No podemos cruzar un caudaloso y enfurecido río si no tomamos el puente.
Tampoco podemos tener autoestima si no nos conocemos y nos aceptamos. ¡Conócete, acéptate! y luego, ¡ámate! ¿Qué no es ése el orden de una buena relación de pareja? ¿Qué tal si hoy empiezas por enamorarte de ti misma?
Debemos iniciar por el lado correcto: amarnos a nosotras mismas es el primer paso hacia la plenitud, ¿acaso crees que hay otra manera de ser felices?
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